Desierto de Merzouga

Teníamos muchísimas ganas de ir al desierto. La idea de pisar las dunas, dormir en una jaima o contemplar las estrellas por la noche nos alucinaba. Era la ocasión perfecta. El clima en abril es perfecto para hacer una actividad de este tipo. Así que dentro de nuestra semana de visita a Marrakech, incluimos una ruta de 3 días al desierto de Merzouga. Esta muy solicitada así que resérvala con tiempo. Nosotros lo hicimos a través de Civitatis. Nuestra experiencia fue muy buena, os lo recomendamos. A continuación os explicamos algún detalle más de esta excursión.

El traslado se hace en una furgoneta de pasajeros de 16 plazas, 18 si incluimos las dos delanteras junto al conductor (una de ellas la ocupa el guía). Podría ser que os hagan ir en una de esas plazas junto al conductor y el guía (nosotros estuvimos a punto). Son tres días de traslados y dos noches, una en un hotel en Ait Ben Alí, en el Valle del Dades,  y la segunda en las jaimas en el desierto de Erg Chebbi, en Merzouga. En Civitatis los desayunos y las cenas están incluidas en el precio.

El precio por adulto es de 150 € y 97,5 € niños entre 5 y 10 años. No se admiten niños menores de 5 años. Hay otra tarifa más cara (200 € adultos y 130 € niños 5 a 10 años) que la califican de «alojamiento superior». Creednos que no merece la pena pagar esa cantidad superior. La única diferencia consiste en que la jaima estándar no tiene baño en la jaima (hay una jaima con baños comunes) y la superior sí. En nuestro grupo éramos los únicos que teníamos la jaima estándar. Todos los demás tenían la superior. Al día siguiente todos nos dijeron que no merecía la pena (sus duchas por ejemplo no eran muy buenas y no salía agua caliente). Bajo nuestro punto de vista es demasiado dinero extra para lo poco que ofrecen de más. La cena es exactamente igual en ambos casos.

El primer día se sale de Marrakech sobre las 7.30 h. en el Café de France (en la plaza Jemaa el-Fna).  Nosotros acordamos con el guía otro punto de encuentro muy cerca de donde nos alojamos, donde nos recogieron. A partir de ese momento comienza una preciosa aventura, en momentos de mucha carretera en mejorable estado pero que se hace bien ya que vas pasando por innumerables poblaciones y se va parando con cierta frecuencia.

Este primer día se visita el increíble pueblo de Ait Ben Haddou. La comida la hicimos en el Restaurante Oasis D´Or en Ait Ben Haddou, un lugar poco recomendable que nos cobraba 12 € el menú. Obviamente no hay ninguna obligación de ir a ese sitio (ya sabéis que estas rutas todos los lugares donde se para están pre-establecidos y acordados). Se continua por el Valle del Roses y se termina la jornada después de unas 5-6 horas de viaje en el Valle del Dades, en el Hotel Dar Essyaha, un precioso hotel con habitaciones muy bonitas y cómodas y una cena y un desayuno maravilloso. Todo un acierto.

*Nota: en función del grupo en el que os asignen es posible que no paréis en los mismos restaurantes y hoteles que nosotros. Os dejamos la referencia por si la casualidad hace que sea así. 

El segundo día amanecemos sobre las 7.00 h con un desayuno buenísimo (café, té, bizcocho, tortitas, zumo natural de naranja, yogurt,…) y partimos para las Gargantas del Todrá, una impresionante brecha de piedra por donde discurre un pequeño río y lugar muy visitado por los escaladores. Desde allí, y después de la parada de rigor para comer (esta vez mejor que la anterior) nos vamos directamente al pueblo de Merzouga, puerta del desierto de Erg Chebbi. Son las 17.00 h aproximadamente. Allí nos esperan con los dromedarios preparados en grupos guiados por un bereber. El trayecto hasta las jaimas se hace en dromedario (es lo que está incluido en el tour) pero también podéis hacerlo en Quad (moto) o en Buggie (coche). Esto tendréis que contratarlo allí en ese momento y hay que pagarlo aparte. También podéis ir andando sin problema. El trayecto es de aproximadamente una hora y media. No se hace pesado. Es toda una experiencia subir a lomos de un dromedario y navegar por las dunas del desierto hasta el campamento de jaimas, sobre todo para los niños. Los niños pequeños pueden ir junto a un adulto en el mismo dromedario sin problema.

Se llega al campamento al anochecer. Nos esperan en la jaima-comedor con un té caliente, frutos secos y bizcocho. A continuación asignan a cada familia su jaima y nos citan para cenar todos juntos. La cena es espectacular, sin nada que reprochar, estando en medio del desierto cenamos de lujo. Tened en cuenta que la bebida (agua) no está incluida en la cena y se paga aparte (15 dh la botella de 1,5 litros). Después de cenar, en el pasillo común entre las jaimas se organiza una fiesta de fuego, timbales, canticos y bailes bereber que es una pasada. Durante aproximadamente una hora todas las familias nos sentamos en torno al fuego a escuchar cánticos y música tradicional bereber que es increíble. Un perfecto broche para esa esperada noche en el desierto que tanto nos apetecía. Qué faena que hubiera esa noche una luna llena tan brillante que impedía ver con claridad las miles de estrellas del desierto.

Las jaimas son cómodas y calientes. Cuatro camas con sus respectivos somieres que nos sentaron de maravilla, aunque no nos ducháramos esa noche.

Al día siguiente toca madrugón y de los gordos. Hay que desayunar a las 6.10 h , ver el amanecer y volver de nuevo vía dromedario al pueblo de Merzouga. Esa mañana nos levantamos con una ventisca de arena alucinante que nos puso difícil eso de contemplar el bonito cielo del amanecer. A cambio tuvimos el placer de experimentar como se nos metía arena por todos los resquicios de nuestro cuerpo. Es muy aconsejable llevar pañuelos o similares para cubrir cabeza y cara para estos casos. Los bereber os los pondrán de la manera tradicional con todo el gusto.

Volvemos a hacer el mismo recorrido en dromedario de vuelta a Merzouga. Esta vez a primera hora de la mañana, con fresquito en el cuerpo y viento como para tumbar un árbol. Con cada paso que daba «Blanquita«, «Rebelde» y «Bromw» (así bautizamos a nuestros amigos dromedarios) veíamos cómo se iba alejando ese campamento, esa aventura en las dunas y nos daba mucha pena tener que irnos tan pronto. Ir en un grupo organizado tiene ventajas e inconvenientes, y uno de esos inconvenientes es tener que adaptarte al ritmo grupal y muchas veces a la inmediatez de las cosas, demasiado rápidas en algunos momentos.

Una vez llegamos nuevamente a Merzouga nos esperaba nuestro guía y el chófer con la furgoneta, listos para reagrupar de nuevo a todo el grupo e iniciar rápidamente el viaje de vuelta a Marrakech. Nos esperan unas 9 horas de carretera. Pasamos por pueblos como Alnif o Tinghir, y atravesamos el Anti Atlas, parte más baja de la cordillera del Atlas, que lo dejamos atrás con sus cumbres nevadas. Con una nueva parada de rigor para comer llegamos a Marrakech sobre las 20.00 horas, cansados pero encantados con la experiencia.

Esta ruta es perfectamente apta para niños. Es más a nosotros nos parece que el aprendizaje es tan grande para un niño que sería un error no llevar a unos hijos que estarían encantados de vivir esta experiencia. Aunque a veces se haga incómoda la ruta por las horas de carretera el resultado final vale la pena totalmente.

Os dejamos aquí el enlace de la descripción completa de la ruta (Civitatis).

En definitiva para nosotros fue una experiencia mágica, inolvidable y totalmente positiva para toda la familia. Pero esto también fue en gran parte gracias al maravilloso grupo que nos asignaron. El destino siempre tiene reservado cosas extraordinarias, y en esta ocasión fue así. Le damos las gracias a todos ellos y ellas por hacernos aún más increíble nuestra experiencia, ayudándonos mucho con nuestros hijos y tratándonos de maravilla.

Gracias a Paula, Víctor, Ana y Charly, que fueron más que encantadores con nuestra hija Leire, a Mario y Rocío, por esos momentos de charla de nuestro deporte favorito, a Javier y Mariló, por su conversación infinita y por su amabilidad, a Sofía y Elena, por sus buenos consejos en esas estancias en el extranjero que tanto deseamos para nuestros hijos, a Marta y su chico, por compartir su gran experiencia viajera que nos sirvió de mucha ayuda para nosotros.

Y por supuesto muchas gracias a nuestro guía, Mustafá, un hombre sencillo y muy agradable, al que le encantaba la montaña y que colaboró en buena medida a que esta ruta sea para nosotros inolvidable.